Salió a la calle, compró un brócoli, lo sometió a una sesión de fotos como si fuera Scarlett Johansson y se puso a crear. Allí nos esperaban bebiendo una cerveza dos de los chicos rusos con los que iríamos a ver el partido. Las goleadoras del equipo fueron la juvenil Carla Camacho con dos goles, e Irene García, Patri Díaz, Paula Partido -juvenil-, Isabel Olmedo, Alba Masa y Marina Sedano con uno. En 1984, el equipo de Boedo subió a Primera por última vez. El Lugo, con una caña pintada en la primera equipación y un pulpo en la segunda; la Cultural Leonesa, vestida de camarero; y el Athletic, con aquella tipo Ketchup.
Los Carasucias: en 1963, Narciso Doval, Fernando Areán, Héctor Veira, Victorio Casa y Roberto Telch, todos jugadores surgidos en el club, se consolidaron en Primera siendo todavía muy jóvenes (de ahí lo de carasucias, porque los niños, en especial los de la calle, andan con la cara sin lavar). Ahí en medio me encontraba yo: fumando compulsivamente para calmar los nervios, mientras miraba a las serbias con cara de “¿Dónde me habéis metido?” a lo que una de ellas me respondió con un gesto de no saber. La participación en la Copa del Mundo Uruguay 1930 fue por medio de invitación, por lo que no existió proceso clasificatorio.
Sin embargo, al llegar a la parada, aparecimos en un mundo paralelo que recordaba a una ciudad en sitiada. Julián David Ponce, en declaraciones a EL MUNDO. Sin embargo, Julián David Ponce, el culpable de todo, decidió que iba a innovar. Tommy Docherty, Tommy Lawton, Graham Rix, David Rocastle, Emmanuel Petit, Ashley Cole, William Gallas, Yossi Benayoun, Lassana Diarra, Nicolas Anelka, Cesc Fàbregas, Petr Čech, Olivier Giroud y David Luiz han jugado en ambos clubes.
Fue precisamente en aquel momento cuando comencé a darme cuenta del percal que me rodeaba: un montón de tipos alcoholizados con de aspecto lumpen que se desgañitaban pegando gritos. Esa camiseta, tan arriesgada como exitosa, fue el principio de la revolución para una empresa de origen familiar que apenas cuenta en estos momentos con 40 trabajadores. Llámenlas como gusten, porque a DAEN Sports, la empresa murciana que las fabrica, la maniobra le ha salido perfecta. DAEN arriesgó y la jugada le ha salido bien. Varios de los diseños de DAEN Sports. La tercera equipación del Cádiz CF para esta nueva temporada, sin embargo, se vende en su página oficial por 69,95. ¿La diferencia entre ambas?
Nadie en ningún momento, y la verdad es que yo tampoco ni lo pregunté ni se me pasó por la cabeza, me dijo que iríamos a ver el partido con los ultras del que fuera el equipo oficial del Ejército de la Unión Soviética. El partido seguía aderezado por los cánticos e improperios racistas que los hinchas neonazis proferían hacia los jugadores de raza negra. Esperaba ansioso el momento de que terminase el partido y cuando quedaban unos 10 minutos para el pitido final, uno de los tipos de la grada me hizo una extraña oferta.
Se trataba de chavales de unos 18 o 19 años, posiblemente haciendo la mili obligatoria, tienda de camisetas de futbol antiguas que vestían un uniforme de faena que les quedaba como a un cristo dos pistolas. La temporada 1995/96 supuso recuperar el pantalón negro al primer uniforme valencianista tras más de sesenta años con el pantalón blanco.
El exjugador del Barcelona , de 29 años, llega a la Premier League tras una gran temporada en el Olympiacos que le ha servido para relanzar su carrera profesional. Justo cuando el encuentro iba a comenzar los aficionados de mi alrededor se quitaron las camisetas mostrando un amplio desfile de tatuajes de inspiración hooligan y neonazi: cruces gamadas, Tokenkofts, puños americanos, leyendas en las que ponía ‘hooligans forever’ e, incluso, un par de SS. Al subir las escaleras y llegar a la calle el estado de sitio se hacía aún más evidente: un par de tanquetas de policía estacionadas, agentes a caballo, policías de tránsito, los rambos del OMON y cientos de chavalitos haciendo la mili que corrían de un lado para otro siguiendo las instrucciones que berreaba su sargento.
Ella ganaba 150 dólares a la semana (unos 137 euros), además de tener un sitio para dormir y la comida aseguradas, por las 16 horas de trabajo al día (desde las 06:00 a las 22:00). Limpiaba, cocinaba, hacía las compras, iba a por recados, lavaba la ropa y, por supuesto, cuidaba de los niños en todo momento. Tras pasar aquellos controles de seguridad, llegamos a nuestro sitio en las gradas y me presentaron a un montón de tipos con pinta de descerebrados que me saludaron muy efusivamente.
El andén estaba tomado por las fuerzas especiales de la policía, el OMON, una suerte de rambos postsoviéticos de más de metro ochenta que parecían listos para despellejar chechenos. El primero, Vania , mediría cerca de un metro noventa. Las chicas serbias y yo nos levantamos, nos despedimos rápidamente de aquella panda de descebrados y nos fuimos a paso ligero hacia el metro. Desandamos a paso ligero todo el camino que habíamos recorrido hacia el estadio y nos subimos al metro para volver a la residencia. O raras. O puede que originales. Comenzamos andar hacia el estadio del Torpedo a través de una ancha avenida en la que habían cortado el tráfico.
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